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"SATÁNICO PANDEMONIUM": Hermana, ¿¡pero qué has hecho!?

"SATÁNICO PANDEMONIUM": Hermana, ¿¡pero qué has hecho!? También conocida bajo el sobrenombre de “La Sexorcista”), esta oscura y paupérrima serie B mexicana de 1973 ha ido ganándose con el tiempo la reputación de título de culto. Considerada por los especialistas como precedente "trash" del clásico "Alucarda" (1975), fue objeto de un fetichista homenaje por parte del cineasta Robert Rodríguez, quien en su taquillera "Abierto hasta el amanecer" (1996) llegó a bautizar como Satánico Pandemonium al personaje de la sensual vampira azteca interpretada por una explosiva Shalma Hayek.

Cine "nunsplotation": los rigores sexuales del hábito.
El peculiar sub-subgénero de la "nunsplotation" (para entendernos, "películas de monjas cachondas") ha sido cultivado a lo largo de los años por realizadores de mayor (Walerian Borowczyk) o menor talento (Joe D'Amato). Bien fuese bajo el pretexto de ilustrar turbios acontecimientos históricos o simplemente para aliviar los ánimos morbosos de la audiencia, una amplia variedad de cineastas europeos tomaron prestada la fórmula del "explotation" carcelario para trasladar el desparrame sexual y la violencia sádica a los conventos de clausura.

Desde los tiempos de la Edad Media, el estricto régimen de clausura y celibato en el que viven estas mujeres, ha dado pie a numerosas especulaciones sobre sus reprimidas inclinaciones sexuales. Ya en "El Decamerón", Bocaccio les atribuía toda una serie de inimaginables perversiones, estableciendo una serie de estrechos vínculos de unión entre catolicismo, fundamentalismo, erotismo y sadomasoquismo. Así las cosas, no es de extrañar que fuese precisamente en Italia donde este tipo de cine contase con mayor número de seguidores.

Latinos y Diablos.
Algo similar ocurría en México, donde los cineastas mostraron bien pronto una clara disposición al respecto, abordando sin reservas la ardua y noble tarea de representar a las religiosas rompiendo sus votos de castidad y pactando con el Maligno. Dos de sus títulos más emblemáticos han llegado a convertirse en verdaderos pilares básicos del género: "Alucarda" de Juan López Moctezuma y "Satánico Pandemonium" de Gilberto Martínez Solares. A pesar de tratar el mismo asunto (hasta el punto de que los especialistas hablan de plagio), estas dos cintas atestiguan el encontronazo entre dos épocas de la cinematografía charra.

"Alucarda" es una película digna y bastante reivindicable, obra de un realizador joven e inquieto, inmerso en la vanguardia artística de su tiempo. Colaborador del gran Jodorowsky, promotor de la música de jazz y hombre de teatro; López Moctezuma poseía un bagaje cultural que le permitió hacer de "Alucarda" algo más que un simple espectáculo guiñolesco que combinaba los desnudos con las imágenes chocantes, a pesar de la miopía de los críticos que en su momento no la supieron apreciar. De hecho, en el futuro será necesario volver sobre ella para analizarla con mayor detenimiento.

En el extremo opuesto (el de la burda "explotation") podemos ubicar esta película de Martínez Solares, quien vivió su mejor época como cineasta en los años 40, dirigiendo las comedias del popular humorista Tin Tan. En el momento de rodar "Satánico Pandemonium", el director contaba ya con 67 años, aspecto este que se deja notar demasiado en la película. No es que se trate de un film aburrido (más bien, todo lo contrario) sino que denota la necesidad de un relevo generacional en el cine fantástico mexicano de la época, quedando de manifiesto en su morosa realización y carencia de ritmo.

Para contar de un modo satisfactoriamente iconoclasta y delirante la historia de cómo Sor María (Cecilia Pezet) cede a las tentaciones del Diablo (Enrique Rocha) en un convento de la Nueva España del siglo XVII, se necesitaba una mirada más fresca, juvenil y alucinada que la del responsable de "Santo y Blue Demon contra los Monstruos" y "Las sicodélicas".

La plana y desastrosa realización da al traste con una historia que, pese a ser sencilla y estra construida sobre puro material de derribo, pudo tener mayor enjundia. Tal vez si el manejo de la cámara fuese más atrevido, los ángulos más rebuscados y la dirección artística menos morosa, la forma sería tan retorcida como el contenido y disimularía la falta de sustancia de la historia. “Satánico Pandemonium” adolece de esa exasperante falta de ritmo habitual en este tipo de productos, abusando del “zoom” más allá de lo aconsejable, alargando innecesarias y temblorosas tomas panorámicas y demorándose en absurdos meandros de la acción que no llevan a ninguna parte. Lo cual, bien visto, no deja de tener su encanto.

Almas en suplicio.
En comparación con el de otras películas del estilo, el guión denota una escasa imaginación, y pasa por alto uno de los aspectos más provocativos de este subgénero: la denuncia de la hipocresía religiosa. No obstante, cuenta con elementos curiosos suficientes como para que un cineasta menos rutinario y chabacano pudiese haberle sacado mayor partido al material de partida.

Una película donde una monja es asediada por el Maligno, que se manifiesta ante sus ojos en forma de príncipe, pastor y (¡horror!) hombre desnudo, obligándola a cometer actos de lesbianismo, perversión de menores, homicidio y, peor aún, usurpación de funciones, no debería ser aburrida. Hay algunos momentos aislados de lo más efectivos, como cuando el Diablo le recuerda a Sor María los tormentos que le esperan a manos de la Inquisición y éstos se ilustran gráficamente (aunque sin relación alguna con la realidad histórica) o en los esfuerzos que hace la religiosa por seducir al pastorcillo Marcelo, sin importarle que la abuela del muchacho esté en la habitación contigua. Otra buena escena es la que muestra los rigores a los que Sor María somete su cuerpo para mortificar la carne y concentrarse en lo espiritual, lo que se podría interpretar -siendo generoso- como una crítica a los valores de la Iglesia.

Ahora bien, existen muchas otras secuencias se pretenden incitantes y blasfemas sin llegarlo a ser en absoluto. ¡Incluso las escenas lésbicas acaban por resultar tan tediosas como el resto de la película!. Asimismo, la forma en que la madre superiora descubre las fechorías de Sor María es bastante elemental y lo que debería de ser uno de los momentos culminantes en la historia queda como un episodio más.

Pero lo peor llega al final, cuando María descubre que Lucifer no suele cumplir sus promesas, al regresar al convento y encontrarse con la bacanal más ridícula jamás filmada.

Al mismo tiempo, un giro en la trama hace que el espectador caiga en cuenta de que toda la serie de despropósitos que acaba de presenciar durante más de hora y media admite otra lectura en la que, por desgracia, la Iglesia sale bien parada.

La monja poseída.
La actuación de Cecilia Pezet es tan errática e incoherente como el devenir de la película misma. La potencial y explosiva mezcla de dulzura y perversión de la monja protagonista tampoco está en absoluto conseguida. No hay más que comprobar ese uso de la voz engolada y el forzado lenguaje corporal, demasiado teatral. A su favor, cabe destacar que habría que en el México de hace 30 años no debía de ser nada fácil para una joven actriz hacer el papel de una monja que se flagela, se desnuda a la menor oportunidad y anda por la vida matando a sus compañeras de claustro para refocilarse luego en el catre de un chamaco.

En cualquier caso, habida cuenta de la notoria bizarría de la película y en vista de que va a resultaros harto difícil verla por la tele, en un próximo "post" iniciaré el relato pormenorizado de las andanzas de mi queridísima novicia satánica para solaz y deleite de vuestras mentes calenturientas.

Amén.

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